viernes, 3 de septiembre de 2010

MIRANDO LA DISTANCIA por Karina Mariposa Roldán








Al caer la tarde una mujer recorre el sendero bajo la frecuente soledad de antaño, guiada por sus vientos escuchando los sonidos permanentes de tanto silencio.
Llueve en su corazón derretido la tibia cortina de imágenes lejanas, el recuerdo de aquel viajero sin tiempo que estacionó su dolorido cuerpo abrazando el aislado cuello durante años ausente de besos.

Perfume de hombre
Fragancia de ensueños
Aroma indeleble
Bálsamo tardío

La mirada perdida encuadra las nubes trayendo de regreso horas y minutos. Ella evoca solamente y de memoria las veces que el amor rodaba por la orilla de sus cabellos negros, empapando de nostalgia una tierra sin dueño; cuando la espalda sedienta cobijaba lunares relucientes, estrellas desprendidas del techo que posaron la fugacidad de una caricia en los omóplatos distendidos; curva de cintura subrayada por unos dedos erizando la cumbre de sus senos valientes; el declive donde todavía no produce simientes y la piel sedosa acunando la huella milenaria del viajero sin tiempo. Tal vez su paso haya sido un cuento, una dulce historia narrada por el rumor de la brisa, el prólogo de un libro que jamás se editó.


Al caer la tarde, en su frecuente soledad de antaño, una mujer recorre el sendero guiada por sus vientos, escucha los sonidos dejados por tantos silencios. Mueren los hijos que no tuvo, se extinguen deseos y movimientos. Renace infinita, amante y libre encendida por las aguas cristalinas de su esencia.
Mujer Sola
Frente a la cautivante y única compañía del mar sin fronteras.

Karina Mariposa Roldán © 2010

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